martes, 14 de agosto de 2012

Un castillo de naipes

La política está de moda. En serio. Tenemos ese bio-pic (aún no lo hevisto pero malicioso, seguro, seguro) de la que fuera aspirante a la vicepresidencia de los EEUU, Sarah Palin. Lo hace HBO con unos estupendamente caracterizados Julianne Moore y Ed Harris. Doy por hecho que dos actores de su talla no caerán en la caricaturación de los personajes y que, aunque no esten sobresalientes, siempre nos dejarán un trabajo muy profesional. También está 'Game change', otra serie que no tengo muy claro si irá de políticos o sobre política, no como 'Boss', con Kelsey Grammer. Esta de política no va. Ha sido una de las triunfadoras de la temporada. En la que 'jefe' del título, un sin escrúpulos y muy autoritario alcalde de Chicago hace cosas, pero no política.

Sin embargo no es de esta series de las que os quiero hablar. Este post está dedicado a un proyecto que se llama 'House of cards', lo que aquí vendríamos a llamar un castillo de naipes. Es una historia de política y políticos, una historia lo suficientemente atemporal como para indicarnos que la avidez de poder en la clase política existe desde siempre, de hecho yo creo que están indisolublemente unidos. La historia tiene dos nombres propios. El de Kevin Spacey como productor y protagonista, y el de David Fincher como director y coproductor. 

Spacey quisiera ser inglés
Me gustaría pensar que 'House of cards' nos va a presentar la parte sucia de la política. La que tiene como protagonistas y ejecutores a los hombres y mujeres que serían el reverso tenebroso de los hombres y mujeres del 'Ala Oeste de la Casa Blanca', esa serie que nos permitió entender de manera amena e inteligente un sistema político, jurídico y social tan complejo como el estadounidense. Esta nueva serie se basa en la novela homónima del británico Michael Dobbs, jefe de gabinete del partido conservador británico y que ya fuera adapatada a la televisión a comienzos de los años noventa del pasado siglo. Aquella primera y excelente serie gozó de cuatro episodios y tuvo segunda ('Play the King') y tercera parte ('The final cut'). En las tres el gran protagonista era Ian Richardson (un cabrón encantador, un cínico inglés absolutamente magnífico) interpretando el papel de Francis Urquhart el hombre que, por cualquier medio, quería llegar (y llega) a ser el Primer ministro británico.

Fincher lo toca y hace oro
La otra pata del banco es el amigo Fincher ('El club de la lucha', 'El curioso caso de Benjamin Button', 'La red social', 'Los hombres que no amaban a las mujeres') probablemente el más personal de los directores que ahora mandan algo en Hollywood. El director adaptará esta serie a la política estadounidense y será, al menos, el director del episodio piloto. Constará de 26 capítulos en su primera temporada y será un show pionero en cuanto a la manera en la que llegue a la audiencia. Lo hará a través de Netflix, la plataforma de distribución vía streaming por internet. Serán episodios de estreno en exclusiva, antes de que una cadena generalista o de cable se haga con sus derechos de emisión. Es una apuesta arriesgada, pero da la impresión de que les han llegado buenas cartas.

Para Spacey no es su primer papel sobre un político. En 'Recuento' (y con un reparto impresionante) interpretaba al hombre designado por el partido demócrata estadounidense para desentrañar (sin éxito) el embrollo de las papeletas servibles-inservibles del Estado de Florida. Para entendernos, aquel fraude que acabó con George W. Bush como el hombre más poderoso de la tierra. En 'House of cards' le tocará hacer de todo lo contrario, pasará de ser el idealista liberal, para convertirse en un depredador conservador.

Yo ya la espero impacientemente.

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