Ando estos días disfrutando de una serie (miniserie en
realidad) de sabor añejo, con el espionaje como tema. Como está basada en un
libraco (por el volumen, no por la calidad) de John Le Carré se le presupone
cierta enjundia. La tiene, y mucha.
'Tinker, taylor, soldier spy' es su título, en el que se hace referencia a una antigua canción de cuna británica. La miniserie de siete capítulos se rodo en 1979 y se emitió ese mismo año en la BBC. El protagonista es George Smiley, ex alto cargo de la inteligencia inglesa. El rol de Smiley está interpretado por el mítico Sir Alec Guiness ('El puente sobre el Río Kwai', 'Quo Vadis?', 'Star Wars'!!!!!). La serie no ha envejecido mal, pero es un innegable producto de los años setenta.
Hay un topo ruso en la más alta cúpula de los servicios secretos, el que lo descubrió aparece muerto y por eso toca echar mano de ese maestro de espías ya retirado, el buen George. Hierático Guiness, economía de gestos, pero un verdadero torrente a la hora de trasmitir con una mirada todo lo que está pasando por su mente. Amén de conocer como esta gente, pese a ser espías, son británicos y como tales auténticos gentleman. Nada de estallidos de ira, arrebatos furiosos o carreras... en todo caso, gestos de fastidio, aceptación de la derrota y, como mucho, paso acelerado, correr es cosa de franceses (que dirían ellos sin despeinarse ni soltar el paraguas). Como todo, tiene su contexto. La serie se mitió en pleno auge del caso de los Cinco de Cambridge, espías ingleses al servicio de Moscú durante más de veinte años.
La serie tuvo una continuación, 'La Gente de Smiley', (1982, 6 episodios) que comienza con una premisa similar, años después de la primera miniserie: Un viejo espía ruso a sueldo de su graciosa majestad es asesinado cuando intentaba ponerse en contacto con Smiley, por mediación del servicio secreto inglés, sin saber que la jubilación había hecho presa en el buen George. Si los primeros capitulos se desarrollaban en plena guerra fría, esta segunda tanda tiene como fresco de fondo la politización total y absoluta de esos servicios de información. Cómo los números, la pura y cada vez más dura la economía condicionan las operaciones, tildadas como anacrónicas por los oficinistas y burócratas que dominan en ese momento el cotarro de la información. La narración sigue siendo lenta, en algunos momentos incluso opresiva y sobre todos ellos destaca Guiness. Cómo juega a ser espía, utilizando métodos desfasados como ocultar microfilms en su corbata, o simplemente preguntando directamente lo que quiere saber.
Su antigua secretaria, Connie, a la que recurre en busca de su memoria prodigiosa tiene en esta miniserie unos diálogos absolutamente geniales:
Connie: -Y allá va el temible jubilado de Chelsea, el azote de los malvados... veterano ya desde la batalla de las Termópilas, curtido en todas las guerras calientes, frías y templadas... Ahora es una guerra gris, George, no hay buenos ni malvados. Nosotros no estamos ya del bando de los ángeles. Todo ha cambiado, ahora somos medioángeles contra mediodemonios...
Ahora la primera de las series protagonizadas por George Smiley tiene su versión cinematográfica, de inminente llegada a las salas. Si la síntesis es una virtud, aquí tenemos a un Mozart. De
‘Tinker, taylor, soldier, spy’ en el original, en nuestro país pasa a titularse
con un escueto ‘El topo’. Aquí os dejo su trailer en castellano…
Además de los enormes Gary Oldman (tomando el relevo de Sir
Alec Guiness) y Colin Firth, es una inmejorable ocasión para ver a Benedict
Cumberbatch (el Sherlock televisivo). Se estrena en diciembre en España y las
críticas la avalan.
Sin embargo ese estilo pausado y reposado tuvo su
resurrección el pasado año con una de las más lloradas (se canceló su
producción tras una única temporada) series de los tiempos recientes. Me estoy
refiriendo, claro, a ‘Rubicón’. La serie de la cadena norteamericana AMC era
espesa, densa, lenta, terriblemente compleja y aún así intrigante,
impecablemente rodada, montada e interpretada. Capaz de enseñar tanto como
esconde. Una pena. Los apasionados de las conspiraciones tienen un filón en
esta serie. Ya nos engancha desde su misma cabecera (sobre los openings prometo
un post no muy lejano, adoro esas pequeñas obras de arte), donde nos deja caer
sutilmente de que va todo esto. Resumo: analistas del Instituto de Política
Americana (institución que trabaja como prospectora de datos para el
Departamento de defensa, el Pentagono y la CIA) se encuentran, por casualidad con ‘algo’ en
varios crucigramas de los principales diarios del país. A partir de entonces
comienzan a sucederse los ‘accidentes’, el juego del gato y el ratón, los duelos
de lealtades, y todo, todo con mucha pausa. Nada de diálogos innecesarios cuando
la fuerza de la imagen habla por sí sola. Aquello de ten a tus amigos cerca y a
tus enemigos aún más cerca, cobra aquí un sentido brutal. Hay una escena que
brilla por encima del resto, es simple, de transición, y en ella se utiliza un
teléfono móvil como arma y la información como munición. Resume a la perfección
el espíritu de esta serie incomprendida. Y finalizada.
El opening de ‘Rubicón’…
Hay otra serie, también inglesa, de finales de los setenta. ‘The
sandbaggers’ (la traducción literal sería algo así como los embolsadores de
arena, así que tiro del original). Esta la conozco solo por referencias, pero
son buenas referencias. Las que da el escritor norteamericano Greg Rucka, autor
de una serie de cómics, ‘Queen & Country’ sobre el trabajo de los agentes
del MI-6, el servicio secreto que se encarga de las ‘amenazas externas’ (para
las internas está el MI-5). El cómic está publicado en nuestro país por Norma
Cómics y las aventuras de Tara Chance, que así se llama su principal
protagonista, tienen continuación en tres novelas que no tienen fecha de
publicación en castellano. Si le gusta el género de espionaje más o menos
auténtico (más Clancy que Fleming, para entendernos), tiene un rato de disfrute
asegurado con estos cómics. Un verdadero gustazo que no falta en mi estantería,
como tampoco esos tres libros en el idioma de Shakespeare para los que me estoy
armando de valor.
Tanto la serie de televisión ‘The sandbaggers’ (1978-1980,
tres temporadas, veinte episodios, cadena británica ITV), como la serie de
cómics ‘Queen and Country’ coinciden en su temática. De fondo las actividades
de espionaje, en primer plano los estragos que estas causan en las vidas
personales de los agentes. Recomendados ambos, sin duda.
Nada de gadgets increíbles, olvidémonos de esculturales femmes fatales en cada esquina. A la historia pasaron los esmóquins y los cócteles exóticos. Los espías son gente como usted y como yo, que pagan sus impuestos, discuten con su pareja y tienen días malos… aunque en los suyos muera gente (eso que ganamos nosotros, ¿no?).
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