Mientras hacía acopio de ideas para trasladar al blog (me
encanta hacer listas, ¡ya tengo algo en común con Woody Allen!), una imagen
cruzó mi mente. Como un relámpago, un intenso flash de luz que me dejó viendo
chispitas en cuanto recuperé la visión. Se me había ocurrido comentar algunos
de los anuncios, spots si nos ponemos anglófonos, más delirantes de los últimos
tiempos… Y sí, el de Loles León con el jamón, pasará por aquí.
Sin embargo, el primero en mi lista era otro. El de Neutrex,
sí, sí, el de la chica del futuro. Porque, dejémoslo claro, si estás en el año
3025 y tienes a tu disposición un artilugio que te permita viajar en el tiempo,
lo que pones en tu lista de tareas (además de lo de matar a Hitler antes de que
llegue al poder y esas cosas) es retroceder en el tiempo para proporcionar a
tus antepasados (imagino que serían antecesores suyos y no unos desconocidos a
los que pilló desprevenidos) la receta para dejar la ropa limpia… y yo que
pensaba que ya habrían inventado unos tejidos que no se pudieran manchar o algo
así (iluso de mí). El caso es que la muchacha no estaba bien y no era sólo un
tema de estilismo (¿en el futuro todos oxigenados?) fíjense en la alegría, el orgullo infinito, con el que muestra su preciada posesión, ese secreto con el que ha roto el contínuo espacio-temporal...
Este es un ejemplo de publicidad delirante. Se me ocurren más, muchos más y también peores.
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