El niño 'viejo' y el nuevo |
Como veo en el horizonte unas jornadas con mucho tiempo
libre (es lo que tiene la crisis), además de encontrarse a sí mismo (espero que
no por casualidad, y me tenga que invitar a tomar un café…) pues uno puede
indagar en cuestiones más o menos trascendentales. Que no es el caso.
El de ahí arriba a la izquierda es el de siempre, el de la derecha (es lo que toca) es el ‘nuevo’ niño. ¡Buf!, sí, da repelús. Parece
sacado de un daguerrotipo más que de una foto promocional. Esas pintas ochenteras...
me dice Gema que es un niño muerto. Y claro, yo, en lugar de negar esa
afirmación, no puedo más que darle vueltas en la cabeza. Han utilizado la
imagen de un espectro porque el niño original, porque el niño original, porque,
¿porqué? (homenaje luso) ¿qué fue del niño original de Kinder?
Pues el caso es que lo he averiguado… y la verdad es
escalofriante: ha crecido. Era un ser humano real. Se llama Guenter Euringer y como este sí que estaba vivo, pues ha crecido, ha engordado, pero no ha perdido pelo (pelazo, diría yo), tiene cuando escribo estas líneas, ni más ni menos que 48 añazos. Era el hijo de una señora que trabajaba en la agencia de publicidad que hizo las fotos. Hace unos años el amigo Guenter, un poco justo de efectivo añadiría yo, fue protagonista de un reportaje fotográfico para una revista alemana. No debió gustar en exceso a las cabezas ¿pensantes? de Kinder, que vieron cómo uno de sus iconos intangibles, se convertía en algo muy tangible, un ser humano, que ni siquiera se había afeitado para salir en las fotos, a sus cuarenta y pico años... Así que alguien decidió vetar a Guenter y buscarle un sustituto. tampoco es que al protagonista le doliese especialmente porque ni el Guenter mayor ni el Guenter niño vieron un marco o euringer (más allá de lo que cobró por la sesión, unos 150 euros) por ser la imagen del chocolate durante varias décadas. Una imagen, además, tan reconocida en el competitivo mundo del cacao como la de la mismísima vaca morada de Milka.
Pero del ‘nuevo’ no sé aún nada. Gema sigue convencida de que está muerto, y así ya no crecerá nunca (Espero que esos siniestros directivos de marketing de Kinder no lean este blog). Lo único que tengo claro es que ahora miro estas chocolatinas con otros ojos. Espero que la mamá del niño haya estado un poco más lista que la de Guenter y haya regateado un poco, llegando, por lo menos, hasta los 200 euros...
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